jueves, 18 de diciembre de 2008





… “8.000.000 de personas fueron asesinadas durante la inquisición, lo cual hace un total de 55 personas por día, en cuatrocientos años…, la mayoría, fueron mujeres, tildadas de BRUJAS”…


(Liliana Felipe, cantautora)




A pesar de mi propia convicción de “bruja”, debo confesar que al haber terminado este libro, revisé varias veces el texto para cambiar algunos “bruja” por “hechicera”, como si eso suavizara los conceptos, y no salieran huyendo al leer determinados párrafos.
Yo soy una bruja felíz!!
Afortunadamente, acabo de participar de una reunión con varias compañeras, brujas todas, y me he sentido muy bien acompañada y revalorada en mis dotes. No puedo negar que aún mis dedos intenten escribir otra cosa, pero mi corazón sabe que esta pequeña brujita que se gestó en mi a la sombra de una moralidad no compartida, es hoy una bruja mujer que tiene mucho que brindar, a todos aquellos que saben que necesitan la magia de las brujas y sobretodo a los que aún deben descubrir su hechicero interior.
Alejada de cualquier intencionalidad feminista, quisiera dar en el comienzo, mi opinión sobre el “estereotipo bruja”, creado por hombres de una época oscura (y mujeres de todas las épocas…), que sintieron que la sabiduría natural y popular de algunas mujeres debía ser cercenada. El saber sobre herboristería, procesos lunares, en definitiva, la simple observación de la vida en la tierra que nos rodea, y la sabia comunión con ella, se tornó peligrosa para los que creían que “ese” conocimiento debía pertenecer a unos pocos y fundamentalmente, esos “pocos”, debían ser hombres relacionados con el poder en cualquiera de sus formas…
Teniendo, en todo caso, una mirada tierna sobre aquellas brujas de vestidos y bonetes negros, con jorobas o verrugas “ad-hoc”, quiero contarles lo bello y mágico, de… “ser bruja”.

Descubrí a mi bruja en la cocina, y luego la dejé salir a curiosear otros ambientes de la casa y por supuesto del Universo.
Inmediatamente, mi bruja se sintió muy cómoda con lo que descubría y con el despertar de su intuición, palabra fundamental en la vida de una bruja; al principio cuesta dejarse llevar por ella, pero después de tres o cuatro o cinco … “casualidades”, descubrimos y aprendemos que esa no fue una palabra inspirada en nosotras. Las casualidades no existen, no son ciertas, son simplemente la negación misma de nuestra sabia bruja que pugna por salir.
Este libro habla de varios temas fundamentales, reconocer a esa bruja, buscar otras compañeras de vida dispersas por el planeta, sentir a las que ya no están y vuelan entre nosotras, borrar los “mitos” de ser bruja… Y por otro lado, lo que todos esperan… un breve y efectivo listado de hechizos.
Aspiro a que algunos, muchos… todos, puedan escuchar su propia intuición, liberar ese tercer ojo mágico que nos empeñamos en cerrar, y volar hacia la Tierra de las Sensaciones, del sentir con el corazón y no con la mente, darse la posibilidad de preparar su primer elixir de amor, descubrirse comprando especias sólo desde el olfato o aprender que los sapos también son príncipes (si no, miren al que tienen al lado) que otras brujas, no tan malvadas, embrujaron en otro tiempo, porque no fueron correspondidas en su amor…
Mi consejo, respiren muy profundo todas las mañanas al despertarse, para sentir cómo su cuerpo se eleva de sus camas; cómprense el mortero más grande que encuentren, para moler ustedes mismas sus granos de pimienta, cardamomo, coriandro o enebro; acepten el pedido desesperado de ese amigo y elaboren para él su primer elixir particular… y amen a los sapos, nunca sabrán qué palacio las espera a la vuelta del próximo charco...

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